sábado, 18 de julio de 2009

¿El fin del matrimonio?

¿Egoísmo ninfómano patológico y primitivo? O simplemente sofisticación sexual vanguardista?


¿Cuál de los dos será la representación más común de quienes están aburridos del matrimonio en su forma más tradicional?

Todos los que han estado casados saben que el matrimonio es un dolor de pistola. Un dulce y cremoso pastel de bodas con pequeñas pasas negras y amargas por dentro. Eso cualquiera lo puede tolerar, pues alguien que pretenda que cualquier vínculo social sea paradisiaco debería de parar en el manicomio.

El problema está en que dependiendo de la visión de cada quien, el tamaño de las pasas feas y amargas puede ser cada vez más grande, hasta que el puto pastel sólo es una uva seca gigante con un poco de lustre. Yuck!


Hay miles de razones por las que el matrimonio se puede volver una institución intolerable. Pero una de las más importantes es que no queremos aceptar que es un constructo social vivo que debe evolucionar conforme sus integrantes encarnan nuevas formas de ver el mundo. Esto ocurre en todos los planos, en el sexual, económico, comunicativo, etcétera, etcétera.


Para entender cómo podemos mirar el matrimonio desde un lugar más evolucionado, primero hay que conocer cómo se originó. Para ponerlo simple, el matrimonio surge como una alianza que promueve la estabilidad en el seno familiar con el fin de crear comunidades más auto-sostenibles en el largo plazo. Punto.


La única forma de crear niños y niñas más integralmente saludables, era proveerles de un papá y de una mamá que se dedicasen más exclusivamente a su propio bienestar. Esta dedicación exigía que la mujer se conformase con el imbécil que le pusieran por delante, y que el zángano varón hiciese un compromiso público y religioso de no andar incrustando la polla en cualquier lado.


Así mismo, en una sociedad dominada por el clérigo, para la juventud precoz, el matrimonio era la única forma de volar culo tranquilamente sin tener que andar fornicando en caballerizas y pajares.


De esta forma casarse con alguien surge como una estructura que proveerá un ambiente más estable, saludable y dedicado para la crianza de hijos que requerían formar habilidades más complejas ante las nuevas exigencias del entorno. También servía como un seno autorizado a desahogar todas las represiones sexuales instauradas por el régimen de valores impuesto: Aunque fuese con un hueco en la sábana, por lo menos se podía mancillar por un rato.

Esta estructura desde luego fue patrocinada por instituciones sociales como la iglesia y los sistemas políticos y legales -que se veían beneficiados económicamente ante la conformación de hogares más estables-, por las enfermedades venéreas como mecanismo de homeostasis para favorecer la susodicha estabilidad y por la hermenéutica cultural de cada espacio colectivo. A cambio, el ser humano debía poner sobre el altar el sacrificio de su propio instinto animal y hormonal y rendirse ante lo que era mejor para su comunidad. El hombre, debía tener mucho más cuidado antes de mojar su guerrero al azar y usar su testosterona para forzar su placer incontenible. La mujer la tenía mucho más fea, pero digamos que uno de sus principales sacrificios era casarse con quien dijera su padre y no con su amor platónico que no tenía ni como limpiarse el rabo.


La regulación social de las relaciones sexuales y los lazos de parentesco biológico trajeron ventajas aplastantes a las civilizaciones modernas. En los estratos de perfil socio-demográfico medio, la cantidad de dinero que los padres invierten en sus dos o tres hijos producen criaturas altamente productivas para la sociedad. El matrimonio más o menos estable resultó un nido que producía pájaros que podían volar más lejos.


Aquí se pone interesante la cosa. Estas crituras altamente productivas (Generaciones posteriores a las Y) pronto se darán cuenta que para producir hijos altamente productivos no necesariamente requieren apegarse a los antiguos valores tradicionales de lo que significa tener un buen matrimonio. O sea, un hijo puede llegar a crecer altamente educado, biológicamente sano y psicológicamente estable aunque la familia sea uniparental, la mama sea stripper, el tata sea rasurador de pelvis y le guste vestirse de marinera, los padres sean swinger, la mamá se vaya de sabático por un año, el papa sea amo de casa, en fin, cualquier ejemplo que se desvíe de lo que vemos como un matrimonio sano y que sea soportado por la colectividad facilitará la misión ulterior del matrimonio: Estabilidad sentimental, económica y biológica para producir hijos sanos. El futuro ya no requerirá que para lograr eso papá y mamá estén casados por 60 años dedicados solementemente el uno para el otro.

Esto no significa que el matrimonio como tal va a desaparecer, sino que las reglas y acuerdos que rigen la alianza tenderán a modificarse para así adaptarse a las nuevas exigencias. Por ende, empezarán a surgir vínculos maritales con las siguientes características:

  • Comunas: Grupos de familias que comparten a sus hijos
  • Matrimonios temporales: Vínculos creados sólo para la crianza de los primeros años del niño para que luego las instituciones avanzadas de educación o las mismas comunas asuman el resto. Los cónyugues luego se separan para conocer íntimamente a otras personas.
  • Matrimonios basados en propósito: La alianza se lleva a cabo no sólo para criar hijos, volar culo y ser felices para siempre, sino que su propósito final es trabajar en un proyecto en el que ambos estén sentimentalmente involucrados, como por ejemplo, encontrar la cura para el sida.
  • Matrimonios abiertos: El vínculo conserva su estabilidad y ciertas reglas tradicionales, pero se permite amar o fornicar con terceros.
  • Matrimonios múltiples: Dentro de la misma comuna varias personas conviven en un núcleo con múltiples cabezas de familia. Las relaciones sentimentales y sexuales son multilaterales entre los integrantes adultos.
  • Matrimonios tradicionales con una práctica de amor: Con una disciplina y práctica envidiables, estos matrimonios logran extender la sobrevivencia del modelo tradicional a través de formas de relacionamiento que mantienen viva la llama del amor.

Este tipo de relaciones familiares tenderán a emerger en círculos sociales que hayan atravesado el umbral del crecimiento económico acelerado que sufren los países en vías de desarrollo. Luego de décadas de deambular en el individualismo materialista -una de las principales causas del fracaso del matrimonio actual- empezarán a reproducirse niveles de consciencia que permitan renovar las estructuras tradicionales del matrimonio. Nuevas formas de relacionamiento emergerán más adaptadas a las necesidades de las nuevas generaciones.

El matrimonio no desaparecerá pronto, pero sí dejará de ser -al menos en la picota de la pirámade evolutiva- una moda social impulsada por instintos sexuales precoces y reprimidos, caprichos pasionales temporales, complejos de edipo y electra subdesarrollados, vínculos patógenos que utilizan al otro como objeto masturbatorio, formas de dominación clerical y curas contra la soledad.

Y Fueron felices para siempre!!